"...el caballo en la cabeza lo tenés, podés trasladarlo a través de tu mano, pero al caballo hay que conocerlo en la yema de los dedos. No te canses de acariciarlo, de olfatearlo...". ( Palabras que Eleodoro Marenco confiara a Hugo Diez -pintor costumbrista- que marcaron a fuego su carrera)
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